jueves, 28 de abril de 2011

El masoquista enamorado

El la ama, y ella le hace daño, el, la sueña, el vive por ella, y ella no lo cree así.
En el silencio de la noche el se pierde, como buscando una cura para el dolor que lo alberga, ella es la cura, pero él no puede acceder a ella, él le ha dado hasta su aliento, y ella no le cree, el se muestra tal cual es, y ella no le cree, ella no es quien solía ser, pero él lo sabe muy bien y aun así insiste, tal vez con el deseo de encontrar a aquella que debajo de la coraza esta, aquella con quien sueña día y noche, aquella a quien le dio el beso, y a quien no ha vuelto a ver.
Ella procura alejarse, con ella el problema no está, ella simplemente busca lo mejor para ella, y ella considera que el no es lo mejor.
El, por su parte, la ama con premura, con una dulce mezcla de pasión y locura, la necesita para sonreír, es como si ella fuera la única droga que él no se arrepiente de probar.
El la quiere, masoquista como ninguno, desvía su atención de algunas, y se centra en aquella. Ella por su parte, lo único que hace es jugar con el.
Cada visita, es la última, cada suspiro el ultimo, cada palabra definitiva.
El ya no es lo mismo que era, la desconfianza lo está matando, él la ama, pero él puede ver que, es una persona más en el mundo de aquella muchacha, el no es la razón de sus sonrisas, el simplemente asimila el dolor que la frialdad de aquella le causa, pero no se aleja, la ama como es, aun cuando de ella nada saca.
El dolor de su alma, según él, es el precio que debe pagar, precio muy alto, precio asesino, morboso del dolor del desdichado, él la perderá al fin y al cabo, ella quiere irse y no dejara que él lo impida.

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